La colo y Dios
Desde que papá quedó solo, fue un motivo de discordia. <<Porque no salís un poco como tus otras
hermanas>> me decía él. Sentía, que mi manera de vivir la fe era exagerada.
Blanqueaba los ojos cada vez que quería decirme algo y me encontraba rezando el
rosario junto a la radio. Aunque me daban mucha bronca sus cuestionamientos,
siempre lo entendí. Perder a su esposa, todavía joven debilitó su fe, hasta
diluirla en un mar de tristeza y desconcierto.
En cambio, en mí se fortaleció la fe. Empecé
a llevar una vida más en armonía con mi religión, a cumplir más los preceptos
de la iglesia. Quizá todo eso me hacía sentirme más cerca de mi madre, ella era
muy devota. ¡Como la extrañaba!
Mis
dos hermanas y yo, somos pelirrojas como ella, su viva imagen según mis tías.
Pobre papá habrá tenido que sobreponerse todos los días a tener que vernos como
fotocopias color de su mujer que ya no estaba. No es difícil entender por qué
se la termino agarrando con Dios.
Yo,
siendo la mayor, tuve que laburar apenas pude. Termine dejando el secundario en
el último año. Otra discordia:
—No
quiero que dejes la escuela terminá, esforzate. —me decía mi viejo.
—Lo
termino en seis meses en la nocturna. — le prometía yo.
En
la puta vida volví a agarrar los libros. Como muchos otros, termine canjeando
futuro por horas extras.
Mis
hermanas, más inteligentes que yo, terminaron el colegio y siguieron estudiando.
Una es licenciada en marketing, está casada y tiene dos hijitos. La otra, la
menor, es médica pediatra, soltera y le va muy bien.
Yo
me separe tres veces, la convivencia no es lo mío. Vivo aun en la casa paterna,
pero papá ya no está. Cuando a los treinta y algo agarre el taxi, un regalo de
mi primer ex, el viejo ya tenía síntomas del cáncer de pulmón que se lo termino
llevando.
Ya
había perdido demasiadas cosas. Perderlo a él fue como quedarme sentada en un
banquito sin respaldar. Con él se fue: mi confidente, mi sostén, mi amigo, y
también se fue mi fe. Ya no hay lugar para Dios en mi vida; me robó esos mates
por la mañana, los vermuts de los domingos, escuchar los partidos de Talleres
juntos, las charlas esclarecedoras. Así que yo le robe a una creyente, y cambie
religión por cinismo.
Verlo
irse de a poco me consumió por dentro, saberme impotente ante su enfermedad. Saber
que todo el cuidado que le daba no aliviaba su dolor. Pero él no se quejaba,
cuando no pudo más caminar, solo se quedó tirado en la cama boca arriba con los
ojos abiertos, mirando el techo sin decir nada.
Tengo
el recuerdo muy vivo, de aquel medio día, yo le hablaba mientras le ofrecía
sopa, que él se negaba a comer. De repente en medio del tira y afloje con la
comida, me mira y me dice: ‹‹cuidá a tus
hermanas, cuidate vos, siempre fuiste muy buena Mariel… mi preferida››. Al
otro día falleció.
Sigo
acá, arriba del tacho; tengo mi auto, mis sobrinos, que me regalan ternura, y
mi soledad. También tengo a mis pasajeros, ellos me hacen renacer cada día: me
hablan de sus cosas, me piropean, me cuentan sus problemas.
Por
las tardes muero un poco, a medida que se apaga el sol. En la casa vacía: no
hay alegría de niños, ni calor de amor, no se ilumina con voces conocidas. Solo
el ronroneo de Pepo, mi gato y Netflix rompen el monótono silencio, poco
consuelo para tanta tristeza.
A
veces escribo cosas que nadie lee, no importa lo hago para mí, es un desahogo
más que nada. A mi tercer ex, le parecían muy buenos, “oscuramente buenos” dijo
una vez. A lo mejor más adelante lo haga en serio ¿porque no?
A veces me paro en la puerta de la habitación
que ocupábamos con mis hermanas, y me quedo mirando el contorno desteñido marcado
en la pared, donde alguna vez hubo un crucifijo. Único vestigio que queda, de que
se profesó una religión en esta casa alguna vez.
Pienso
que; extraño a papá, a mamá, a mis hermanas, y hasta mis ex los extraño a
veces, pero nunca extraño a Dios. Quizá de todos, él fue quien más me
decepcionó.
MUY BUENO, SI BIEN SE TRATA DE LA COLO IMPOSIBLE NO PONERTE EN SU LUGAR, PORQUE ? NO LO SE...
ResponderEliminarSEGUI ESCRIBIENDO, DE A POCO VOY A IR LEYENDO OTROS.
Muchas gracias por comentar, me alegro si te gustó.
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